Hoy os dejo con la entrevista que me hicieron ayer para el periódico El Tiempo de Colombia.
Tras superar un cáncer, la doctora Odile Fernández comparte en un libro sus recetas para sanar.
Iker nació en la bañera de su casa hace tres meses, en un parto bajo el agua porque su madre, la doctora española Odile Fernández, de 34 años, asociaba el hospital al dolor de la quimioterapia. Hace tres años le diagnosticaron cáncer de ovarios en estadio 4 (el más avanzado), metástasis en vagina, pulmón y huesos, y solo un 5 por ciento de posibilidades de sobrevivir.
“Cuando acepté una enfermedad muy grave y que podía morir, fue cuando resurgí”, cuenta.
Comenzó su primera sesión de quimioterapia el 17 de diciembre de 2010, y junto a ella, una nueva dieta anticáncer en su casa, que se convirtió primero en un blog y después en el libro “Mis recetas anticáncer”, que llega ahora a Colombia con una idea básica que Odile define así : “Come bien, vive bien y sé feliz”.
¿El oncólogo le recomendó cambiar su alimentación?
No. Yo soy médico general y estamos acostumbrados a que, cuando ves a un paciente con la tensión alta, muchas veces no es porque no se haya tomado la pastilla, sino porque hay un problema emocional, o si un diabético se descompensa es porque es Navidad y ha comido más turrón de la cuenta. Entonces pensé que si sirve para ellos, es que seguro hay un vínculo entre la alimentación, las emociones y el cáncer. Empecé a buscar información y vi la relación cáncer-alimentación, y me daba rabia pensar que en la universidad no nos habían contado nada de esto. Así es como fue creciendo una nueva cocina anticáncer en casa.
¿Y cuánto influye?
La alimentación influye en uno de cada tres cánceres, y dos de cada tres están relacionados con la alimentación y los estilos de vida. En mi caso no sabemos muy bien qué fue: la quimio, la alimentación, el ejercicio, el tema emocional… y la metástasis desapareció muy pronto.
¿La alimentación cura o solo es un paliativo?
La quimio es curativa en estadio inicial; cuando ya tienes estadio 4 (el más avanzado), que es lo que yo tenía, solo es paliativa. Intentar que vivas más tiempo con mejor calidad de vida. La alimentación es un complemento de eso, y sobre todo, un preventivo. Sirve como complemento para potenciar el efecto de la quimio y para disminuir los efectos secundarios.
¿Cuándo dejamos de comer sano?
Cuando llegaron los estadounidenses: con la implantación de la comida basura. Antes había comida más tradicional, cocinada en casa, dieta mediterránea, y a partir de los años 60 empezó la comida precocinada, la comida rápida, la bollería industrial… Todo eso es nocivo.
¿Somos consumidores inconscientes?
Sabemos que son malos, pero no terminamos de ser conscientes de que está tan relacionado con las enfermedades. No acabas de creer que haya relación entre alimentación y cáncer. Es como con las cajetillas de tabaco que dicen ‘Fumar mata’, y seguimos fumando.
¿Qué cambios sintió?
No podía entender que tuviera tanta energía durante la quimio. La energía está en la alimentación. Pero hay muchos equívocos, como el azúcar: da energía rápida que se esfuma en el momento. Es como una droga. Sin embargo, si tomas alimentos integrales (que mantienen estables los picos de azúcar) y los acompañas con frutas, vas a tener energía todo el día.
¿Qué otros?
El consumo excesivo de leche se relaciona con cáncer de ovario y de próstata. La leche es otro equívoco: lo ideal es tomar solo leche materna cuando somos niños. Después nos recomiendan leche para evitar la osteoporosis, pero hay países como Japón, donde no se consume y no tienen fracturas. El calcio de la leche no se absorbe bien; se absorbe mejor el de los frutos secos, las legumbres, las nueces, las algas…
¿Por qué ya no confiamos en los remedios naturales?
Antes había una cultura de combinar remedios naturales con la medicina occidental. Pero ahora eso nos suena más a esoterismo. El problema es saber qué remedios son buenos y cuáles tienen una base científica que los respalde, como la alimentación, la terapia emocional, la acupuntura… Pero siempre hay que contarle lo que estamos haciendo al oncólogo, porque hay cosas que pueden ser contraproducentes.
¿Va a reenfocar su carrera?
Sí, estoy iniciando un proyecto en un hospital sobre oncología integrada. Desde que el paciente entra, incorpora los dos tratamientos, el tradicional, con la quimioterapia, y la alternativa: alimentación con dietas personalizadas, terapias en grupo para enfocar la mente, yoga, Chi Kung… El cáncer es la enfermedad del miedo; tenemos que quitarle ese halo de muerte y mirarla de frente para sacar lo bueno y lo malo, y, sobre todo, tenemos que llevar una vida sana.
¿Qué debemos comer?
Cuanto más alimento crudo o poco cocinado comamos, nos vamos a sentir con más vitalidad, señala Fernández. También es muy importante que la alimentación sea colorida. Fernández lo llama ‘la dieta del arcoíris’, ya que los pigmentos naturales contienen fitoquímicos, que “actúan como una quimioterapia natural” al bloquear el desarrollo del cáncer. Por ejemplo, una ensalada que tenga lechuga, tomate y pimiento, cebolla, zanahoria… “esa es la dieta ideal”. Con los alimentos fritos o a la parrilla pasa lo contrario, roban energía y generan sueño. Cuando la carne se quema, se generan benzopirenos, que a la larga son cancerígenos.
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Perfumes, cosméticos y cremas podrían contener parabenes.
Fernández advierte que la alimentación es solo el primer paso para llevar una vida sana. Pero hay más por hacer. Recomienda, por ejemplo, limitar el uso del perfume, ya que contiene talato, que altera las hormonas y predispone al cuerpo a desarrollar cáncer de mama. Para la doctora es importante utilizar geles y cremas que no contengan parabenes ni derivados del petróleo, “porque todo lo que pones en la piel pasa al final a la sangre”. Igual sucede con el contacto con algunos materiales de cocina como el teflón, o algunos plásticos.
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