La flora intestinal está compuesta por billones de bacterias presentes en nuestro intestino, que juegan un papel importante en la digestión, el mantenimiento de la inmunidad y el control de los desórdenes inflamatorios.
Concretamente, la flora intestinal participa en la absorción de nutrientes, realiza una función defensiva en el organismo y también interactúa con las células inmunitarias. En su composición se encuentran los probióticos y los prebióticos. Los probióticos son bacterias o levaduras no tóxicas, que contribuyen al equilibrio de la flora intestinal, al favorecer la degradación y la absorción de alimentos. Los prebióticos, por el contrario, están formados por fibras solubles, fructooligosacáridos y cereales fermentados, que además de ser beneficiosos para el tránsito intestinal aumentan el número de bacterias protectoras y acidifican el contenido del colón para evitar la proliferaciónn de gérmenes.
El desequilibrio de la flora, además de debilitar el sistema inmunitario, puede favorecer la aparición de enfermedades; desde alergias a enfermedades inflamatorias crónicas. Esta disbiosis de la flora intestinal puede ser causada por malos hábitos de alimentación, por medicamentos como antibióticos o anti-inflamatorios o por estrés, entre otros. De ahí radica la importancia de la flora intestinal desde que nacemos, que gracias a un buen equilibrio, es capaz de procesar y mantener a raya las sustancias tóxicas del organismo.
En el caso del cáncer, es frecuente que los pacientes se sometan a un tratamiento de quimioterapia, que produce efectos secundarios, también en la microbiota. Concretamente, la ciclofosfamida es uno de los fármacos más utilizados en la quimioterapia, ya que estimula una reacción del sistema inmune que ayuda a combatir el tumor. En particular, este medicamento altera la composición de la microbiota del intestino delgado y hace que algunas bacterias invadan el torrente sanguíneo y los ganglios linfáticos. Al ser perjudiciales estas bacterias, el organismo activa el mecanismo de defensa inmune y ayuda al paciente a combatir mejor el tumor.
Así lo muestra la investigación llevada a cabo por el Instituto Gustave Roussy, Inserm, el Institut Pasteur y el Instituto Nacional de Investigación Agronómica francés (INRA) en ratones. Los resultados de ésta mostraron que los ratones que carecían de gérmenes en su flora intestinal, eran resistentes al tratamiento con ciclosfamida. Sin embargo, al restaurarles la microbiota, el medicamento volvía a ejercer su función antitumoral.
En consecuencia, el equipo de investigadores sugirió que los antibióticos usados durante el tratamiento pueden destruir las bacterias que desempeñan la función inmune. Y aunque este estudio solo se hizo en animales, cuya flora intestinal no es exactamente igual que la humana, avanzaron que el suministro de probióticos en pacientes que están realizando quimioterapia podría ayudar a obtener un mejor al tratamiento.