Numerosos estudios confirman la relación del cáncer con la alimentación, estilo de vida y emociones. Un ejemplo es el estudio EPIC, el estudio prospectivo Europeo sobre dieta, cáncer y salud que desde los 90 demuestra que seguir la dieta mediterránea tradicional puede disminuir nuestro riesgo de padecer cáncer hasta un 30%, especialmente el de mama, el más prevalente en mujeres europeas y americanas.
Evitar el sedentarismo y los hábitos tóxicos, prevenir el estrés y apostar por una alimentación sana y equilibrada, constituye una potente arma terapéutica en la prevención de los cánceres asociados a la dieta.
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