Oriente nos ha hecho volver los ojos hacia unos hongos que han estado siempre en nuestros bosques y cuyas propiedades curativas ya conocían nuestros antepasados.
Aunque ya se mencionan las propiedades curativas de los hongos en el Papiro de Ebers –fechado en Egipto en el año 1.500 a.C.–, en Oriente su uso es habitual desde hace más de 4.000 años, tanto desde un punto de vista terapéutico como alimentario. Los chinos fueron los primeros en cultivarlos y a lo largo de los años no han hecho más que perfeccionar las distintas técnicas. Al principio –en el siglo XI–, utilizaban troncos de roble, abedul, saúco o álamos, pero, hoy en día, ese sustrato ha sido reemplazado por masas prensadas de distintos residuos agrícolas: desde las mazorcas de maíz desgranado hasta el bagazo de la caña de azúcar.
El shiitake es tan efectivo para tratar una gripe como para regular el sistema inmunitario en enfermedades como la artritis o la esclerosis múltiple
Es curioso que en Occidente, a pesar de tener una riquísima farmacopea basada en las más diversas plantas medicinales, nunca se le otorgara demasiada importancia al poder curativo de las setas. Dioscores, en el año 60 d.C., señala el uso del agarikon (Fomitopsis officinalis) tanto por sus propiedades tonificantes en el caso de enfermedades crónicas como para contrarrestar los efectos de picaduras de serpientes venenosas, un uso que también indicaban Hipócrates y Galeno. Más tarde, en el Renacimiento, se utilizó contra las infecciones digestivas y hepáticas, lo que implica que se reconocía su valor como estimulador del sistema inmunitario.
No hay evidencias sobre el uso médico del maitake, pero se sabe que era muy apreciado por los romanos debido a su particular sabor a pollo. De hecho, su nombre popular es gallina de los bosques, concretamente de los de robles y castaños, en los que todavía hoy es posible encontrarlos sin dificultad.
Es curioso que los hongos que figuraban en la antigua farmacopea occidental y que tenían un uso medicinal popular fueran quedando en el olvido, mientras que en Oriente –especialmente, en China y Japón– las setas siguieron siendo consideradas como un alimento con efectos curativos. En esta zona continúan utilizándose tanto en las comidas como en infusiones y preparados, en los que se combinan con otras plantas medicinales para combatir determinadas dolencias. Son las mismas que vuelven ahora a Occidente con nombres chinos o japoneses, pero lo cierto es que siempre han estado en nuestros bosques y que durante muchos años fueron usadas con los mismos o similares fines curativos. Como prueba de ello tenemos al famoso Hombre de Ötzi, el cazador que se congeló hace unos 5.300 años en los Alpes. En su morral llevaba varios ejemplares disecados de Piptoporus betulinus, una seta frecuente en los bosques de abedules, rica en ácido poliporénico, y que destaca por su notable acción bactericida y antitumoral.
Las más interesantes
Son muchos los hongos con usos terapéuticos, pero entre ellos destacaremos los que hoy en día forman la trilogía más famosa en Oriente:
El shiitake (Lentinus edodes) es probablemente el hongo más estudiado y más popular en sus usos terapéuticos. Su carnoso sombrero tiene varios centímetros de espesor y es muy sabroso, con un ligero toque ahumado. De este hongo se extrae un poderoso polisacárido antiviral: el lentinano, tan efectivo para el tratamiento de una gripe como para regular el sistema inmunitario en el caso de enfermedades como la artritis o la esclerosis múltiple. Pero para que libere los polisacáridos contenidos en la quitina de sus membranas, el shiitake debe hervirse antes de comerlo. También es rico en polifenoles y selenio, compuestos que le confieren un alto valor antioxidante.
Es el hongo medicinal más cultivado del mundo, aunque el principal país productor y exportador es China. Se recomienda no comer más de 90 gramos al día de esta seta fresca o de 6 a 16 gramos cuando está deshidratada. Por lo que respecta a los extractos, están estandarizados según su contenido en lentinano.
Si bien el reishi (Ganoderma lucidum) se produce en menor cantidad que el anterior, es, en cambio, el hongo oriental más universalmente reconocido, siendo sus propiedades fundamentales la de potenciar el sistema inmunitario (interleuquinas 1 y 2) y su efecto inhibidor del crecimiento tumoral. Destacan también sus propiedades hepatoprotectoras, ya que favorece la renovación de las células del hígado. Además, se utiliza contra el estrés y el colesterol. Los límites de ingesta son similares a los del shiitake.
Las propiedades del maitake (Grifola frondosa) son casi las mismas que las de los otros dos, aunque se debe destacar su poder antitumoral. En pruebas de laboratorio, ha demostrado que inhibe el desarrollo de sarcomas en el 98% de los ratones infectados. En cuanto a la dosis, se aconsejan entre tres y siete gramos al día de esta seta deshidratada.
Los nuevos descubrimientos
Además de esta popular trilogía, existen otros hongos menos conocidos a los que los investigadores atribuyen efectos muy beneficiosos para el ser humano.
El Agaricus blazei o champiñón del sol fue descrito por primera vez en 1877 por J. Monteiro, después de encontrarlo en las montañas cercanas a la ciudad de Sao Paulo, en Brasil. Sin embargo, éste pasa desapercibido hasta que en 1950 empiezan a instalarse los primeros colonos japoneses en la región. Hay que recordar que actualmente viven allí alrededor de 1,5 millones de nipones, totalmente integrados en las costumbres brasileñas, pero que aún mantienen su ancestral pasión oriental por las setas. Fue entonces cuando se enviaron muestras a Inosuke Iwade, investigador de la Universidad de Mie, quien publicó los primeros estudios en 1965. Desde entonces se ha confirmado que el contenido en betaglucanos de este hongo es mucho más alto que en los populares shiitake, reishi y maitake. En japonés se lo denomina himematsutake, algo así como “seta de los príncipes”.
El Cordyceps sinensis es un hongo muy particular, ya que parte de su ciclo vital se desarrolla dentro de un insecto, sobre todo en las larvas de orugas que luego se metamorfosean en polillas. El hongo que infecta la larva va desarrollándose durante todo el invierno en el interior de la misma y, al llegar la primavera, brota del cuerpo de la larva muerta como una larga seta para generar las esporas que después se dispersan en el entorno.
Esta especie es abundante en las zonas altas de pastoreo de Nepal y Tíbet, a más de 4.000 metros de altitud. Hace miles de años los pastores de veranada notaban un fuerte incremento de la vitalidad de las cabras y ovejas que pastaban en las zonas con cordiceps y decidieron empezar a consumirlo para contrarrestar los efectos de la falta de oxígeno en grandes alturas. Durante muchos años esta seta se reservaba en China para el consumo exclusivo del emperador y se consideraba un tónico más poderoso que el ginseng. Hace varias décadas se consiguió su cultivo a partir de un sustrato rico en proteínas, lo que ha permitido una producción masiva.
El cordiceps contiene importantes cantidades del nucleósido adenosin, que actúa a nivel mitocondrial potenciando el ciclo del ATP, lo que se traduce en un aumento notable de la capacidad metabólica, especialmente detectable en deportistas sometidos a grandes esfuerzos, ancianos y personas con astenia después de una larga convalecencia. Se suele utilizar también como potenciador de la libido y en casos de amnesias y fatiga crónica. También es rico en betaglucanos, por lo que resulta efectivo en casos de infecciones y tumores. Así mismo, está indicado en casos de debilidad renal, asmas, EPOC, problemas bronquiales, hipertensión, deficiencias cardiacas y arritmias, hepatitis, cirrosis y colesterol. Además, se recomienda en casos de anemias. Pero aparte de sus virtudes medicinales, el cordiceps es uno de los mejores candidatos para su utilización en los sistemas biológicos de control de plagas.
El omnipresente Agaricus bisporus –más conocido como champiñón– tiene mayor contenido en antioxidantes que cualquier seta china. Se calcula que esta especie representa algo más del 50% del consumo mundial de hongos, lo que no sorprende teniendo en cuenta sus positivos efectos sobre la salud. Según las investigaciones del Dr. J. M. Savoie y su equipo del Institut National de la Recherche Agronomique, su contenido en selenio le confiere propiedades antioxidantes muy superiores a las del maitake o matsutake. Es un alimento proteico bajo en calorías, rico en fibra y en vitaminas del grupo B que, además, tiene propiedades anticolesterol. Por otro lado, destaca su contenido en sustancias inhibidoras de las aromatasas, una enzima que se relaciona con el desarrollo del cáncer de mama.
Tanto el Pleurotus ostreatus (seta de chopo) como el Pleurotus eringii (seta de cardo) son bastante conocidos por los sibaritas de los hongos, aunque a menudo ignoran que ambos son muy ricos en polisacáridos de propiedades inmunomoduladoras y antitumorales. Y no sólo eso, también contienen estatinas naturales que ayudan a disminuir el colesterol endógeno sin los peligrosos efectos secundarios de las estatinas químicas. Por otra parte, presentan también otras sustancias con propiedades reparadoras y reforzadoras de los vasos sanguíneos, y relajadoras de los músculos y tendones. Se recomienda tomar raciones de tres a nueve gramos al día en su variedad deshidratada.
La Flammulina velutipes (colibia de pie aterciopelado o el famoso enokitake de los japoneses) es conocida por estar indicada para problemas hepáticos y por sus propiedades inmunomoduladoras y antitumorales. Se recomienda no consumirla cruda y limitarse a unos nueve gramos diarios de hongo deshidratado.
El Hericium erinaceus o melena de león contiene ericinonas que estimulan el crecimiento, renovación y reparación de las neuronas. Su acción detiene la degeneración neurológica y se ha demostrado su efectividad tanto en casos de Alzheimer como demencia senil. Además, tiene efectos inmunomoduladores y antitumorales.
El Coriolus versicolor (cola de pavo o karawatake para los japoneses) tiene las mismas características que los hongos ya mencionados, es decir, contiene polisacáridos inmunoestimulantes y antitumorales y también compuestos que actúan como protectores hepáticos y reparadores de las células dañadas.
Especies que ganan terreno
La Tremella fuciformis se usa fundamentalmente como antitusígeno o contra el asma, ya que actúa sobre las vías respiratorias. También induce la secreción pancreática de insulina y se está investigando su potencial como regenerador de las células pancreáticas, esencial para el tratamiento de la diabetes.
La Auricularia auricula judae (oreja de Judas u hongo del saúco) es una seta comestible con forma de oreja humana, muy rica en propiedades antibióticas. Popularmente se ha utilizado durante años para combatir inflamaciones de garganta y anginas, para lo cual se cuece la seta en agua o leche y luego se hacen gárgaras con el preparado.
El Tricholoma matsutake es un hongo muy famoso en Japón, país donde su precio puede alcanzar hasta los dos euros por gramo. Es muy frecuente en los bosques de pinos circumpacíficos, aunque también se puede encontrar en otras regiones del mundo, eso sí, siempre asociado a las coníferas (matsu= pino, take = seta).
El Fomitopsis officinalis, también conocido como Boletus officinalis, Polyporus officinalis o agarikon, tiene propiedades antivíricas. En cambio, el Fomitopsis pinicola se utiliza para enfermedades inflamatorias intestinales.
El Trametes versicolor tiene también propiedades antitumorales, antibióticas y hepatoprotectoras.
La Volvariella volvacea es una seta comestible muy popular en el Sureste del continente asiático, con efecto hipotensor y rica en polisacáridos antitumorales e inmunomoduladores.
El Poliporus umbellatus o zhu-ling crece asociado a las raíces de hayas y arces. En medicina china se aprovecha su intensa acción diurética y tonificadora del riñón, pero también se le conocen propiedades antitumorales.
La Armillaria mellea es una seta utilizada, sobre todo, para potenciar el riego cerebral, pero es a la vez sedante y anticonvulsiva.
La Poria cocos está recomendada para las mujeres con problemas ginecológicos y en cuadros de ansiedad. Es también antiviral e inmunomoduladora. Puede acompañar todo tipo de comidas o prepararse en infusión y se aconseja limitar la dosis a un máximo de 16 gramos por día.
Cómo se toman
La mayor parte de las setas medicinales que se mencionan en este artículo pueden adquirirse en tiendas de productos ecológicos y herboristerías, tanto naturales, como deshidratadas o en conserva. También hay concentrados secos o en extracto hidroalcohólico preparados por distintos laboratorios que suelen indicar los porcentajes de los principios activos contenidos.
Para comer las setas hay que seguir dos pasos importantes: primero, lavarlas suavemente y, luego, hidratarlas en agua en un recipiente no metálico durante una hora. Si tienen troncos muy fibrosos y secos, conviene separarlos del sombrero. El agua del lavado y los tronquitos retirados pueden aprovecharse para hacer un caldo, dado que contienen varios nutrientes. Finalmente, se cuecen hirviéndolos en una proporción media de 30 gramos de seta fresca o hidratada por litro de agua en recipiente no metálico.
Made in China
Se calcula que en nuestro planeta habitan unas 250.000 especies de hongos, de las cuales sólo conocemos un 10%. De las conocidas, unas mil especies son comestibles, aunque sólo 300 tienen propiedades medicinales. Actualmente se cultivan unas 70 especies, que si se añaden a las recolectadas, suman un total de más de cinco millones de toneladas de producción al año. Los más conocidos son los champiñones, a los que sigue en importancia el shiitake.
El mayor productor y exportador de setas del mundo es China –1,5 millones de toneladas al año de shiitake–, además de consumirlas en grandes cantidades, ya sea como alimento o en preparados fitoterapéuticos. Son cientos los compuestos antibacterianos, antivíricos y antifúngicos que producen las setas para sobrevivir en su medio. Aparte de los antibióticos (Penicilinum), generan otros compuestos menos conocidos, como, por ejemplo, la ganomycin, una hidroquinona fabricada por el Ganoderma pfeifferi (pariente del hongo reishi), que resulta muy eficaz contra las temibles infecciones del Streptococcus aureus. Se trata de una bacteria resistente a los antibióticos que causa miles de muertes en los hospitales del mundo desarrollado.
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