No puedo, no tengo tiempo, no sé… los seres humanos somos expertos en crear pretextos. Si perdemos la pelea interior ante los desafíos, ni actuaremos ni resolveremos
RAIMÓN SAMSÓ. 16/06/2013 00:44
Podemos cambiar los hábitos, incluso los mentales que nos llevan a tratar de sobreprotegernos con las excusas, haciendo que perdamos oportunidades en la vida. La costumbre negativa de la procrastinación se puede sustituir por rutinas de acciones disciplinadas y responsables. Pero ¿de dónde proceden las excusas?, ¿cómo sería nuestra vida sin ellas? Y sobre todo, ¿cómo dejar de ponerse pretextos?
Los hábitos, sean buenos o malos, tienen un propósito claro que resulta muy beneficioso: ahorrar esfuerzo. Aunque parezca sorprendente, una gran parte de las acciones que realizamos son automatismos inconscientes y no decisiones reflexivas. Por eso convierten los comportamientos en rutinas que tratan de ahorrar tiempo y energía. Pero ¿y si esa costumbre estuviese privando a una persona de lo que más quiere? Eso es precisamente lo que ocurre con las excusas.
Seguramente los pretextos están más cerca del engaño que del argumento, porque suenan más a justificación subjetiva que a razón objetiva. El ser humano es experto en crearlas. Tal vez las que siguen son algunas de las más frecuentes: “Es difícil. Es arriesgado. Algún día. Creará problemas en casa. No me lo merezco. No me lo puedo permitir. Nadie me va a ayudar. No soy lo suficientemente inteligente. No sé cómo hacerlo. Soy demasiado mayor. Soy demasiado joven. Qué pensarán de mí. No tengo la energía necesaria. No tengo tiempo. Lo haré cuando me retire. Ahora no es el momento. Esperaré una oportunidad…”. Leer más
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