Una encuesta revela que una de las mayores preocupaciones para las madres con cáncer son sus hijos

Desde la Asociación de Oncología Integrativa se ha llevado a cabo una encuesta realizada a 63 madres jóvenes, con una edad media de 37 años, que están en un proceso de tratamiento contra el cáncer o que ya han superado la enfermedad. En ella, las mujeres nos expresan los sentimientos que tuvieron al conocer su diagnóstico, sus principales preocupaciones, cómo afrontaron la noticia su pareja, familia y amigos y cuál fue su momento más duro del proceso oncológico.

Un 30% de mujeres manifestaron que su principal preocupación al conocer el diagnóstico fueron sus hijos. Sintieron miedo a que sufran durante el proceso o incluso, a que puedan quedar huérfanos de madre. Es lo que sintió Analía: “Sobre todo tuve mucho miedo a morir y no poder acompañar a mis pequeños en el viaje de sus vidas”, o Sara, que aseguró que “todo lo que me preocupaba era que los que me quieren no sufrieran”. Del mismo modo, un 18% de las mujeres comentaron que se sintieron asustadas y paralizadas. Los sentimientos que más se repiten son los de miedo a la muerte (18%), culpabilidad y tristeza (17%) y el de sentirse tranquila una vez sabido el diagnóstico (6%).

Las reacciones que tuvieron sus parejas al conocer el diagnóstico fueron muy diversas, desde la preocupación al optimismo. Ahora bien, las mujeres encuestadas comentan que lo que más les ayudó durante el proceso de tratamiento fue el amor y los mimos que les profesaron sus parejas (22%) seguido de lo ánimos y fortaleza para luchar contra el cáncer (11%), su ayuda para ocuparse de sus hijos (10%), o el hecho de que las acompañasen a los médicos (8%). Entre otros, las mujeres también valoraban que sus parejas se ocupasen de los temas burocráticos, de las tareas del hogar y de intentar subirles la autoestima y la moral con planes para salir y evadirse. Como cuenta Blanca, durante el tratamiento, “seguimos con las mismas rutinas familiares, y eso fue para mí la mejor ayuda del mundo”.

La gran mayoría afirma sentirse muy afortunada del apoyo brindado por su pareja, aunque les hubiese gustado tener más atención y amor por parte de su pareja (13%), que su pareja exteriorizase más sus sentimientos para poder entender cómo se sentía (12%), tener más empatía y apoyo (7%), o que le acompañase a las sesiones médicas (5%).

En todo caso, para las madres, uno de los momentos más difíciles de digerir es el de contarles a sus hijos que tienen cáncer. Un 41% de las encuestadas les explicaron la noticia a sus hijos nada más saber el diagnóstico. Otras al someterse a la operación, al empezar la quimioterapia o hasta que ellas asumieron la enfermedad con la suficiente fortaleza. Lo complicado fue la manera de comunicarlo, dependiendo de la edad del niño. Victoria comentó que “yo les dejé llorar todo lo que necesitaron. Les prometí que iba a hacerle frente con todas mis armas y les pedí que buscaran sus apoyos, como yo había hecho”. Gris, por su parte, les explicó junto a su marido a sus hijos de 7 y 4 años y en forma de cuento, que “mamá tenía un bichito en el pecho y se tenía que tratar con medicamentos para que este se fuese lejos”, y que ello conllevaría entre otras cosas, cambios en su aspecto físico.

En lo que respecta a la familia, la primera reacción que describen más de la mitad de las encuestadas es la de tristeza y preocupación. El resto adoptaron una actitud más optimista desde un primer momento, o tuvieron sentimientos encontrados. Lo más destacado por las encuestadas fue el apoyo y la ayuda que le brindó la familia (43%), seguida de su compañía (14%), su optimismo (14%), su cariño expresado en detalles (6%) y la normalización de la enfermedad (6%). En referencia a los amigos, la gran mayoría (45 de 63 mujeres) coinciden en que lo mejor fue el apoyo, las llamadas, visitas y quedadas para salir. El resto, destacan sobre todo el gran soporte emocional que fueron para ellas. Gema explicó que las risas de sus amigos y en gran medida el hecho de que no le hicieran sentir rara con peluca y pañuelo le ayudó mucho. Victoria, por otro lado, contó que descubrió que sus amigos la querían mucho más de lo que ella pensaba y que se lo demostraron ayudándole a cumplir uno de sus deseos más importantes. Para Maite, el poder hablar y quedar con sus amigos para cenar le hacía sentir un poco más normal. “A veces incluso, me olvidaba de que estaba enferma”.

La familia y los amigos se convierten en un pilar fundamental para digerir mejor el proceso de tratamiento contra el cáncer. El 27% de las madres encuestadas aseguran que el momento más duro del proceso fue el temor que sintieron cuando pensaron en sus hijos. En segundo lugar se encuentra la quimioterapia y sus efectos secundarios (24%), seguida de la pérdida del cabello (13%) y la incertidumbre por la espera del diagnóstico junto con el recibimiento de la noticia (15%). En menor medida, las mujeres destacan como peor momento la idea de la muerte inminente, el desgaste emocional para seguir día a día, el proceso en sí (las pruebas, la operación…), la mastectomía o la aceptación de la enfermedad y el hecho de que la vida iba a cambiar.

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